menu

TBO

Historia:

Fundada en 1917, TBO renació tras la guerra como muchas otras publicaciones del mismo tipo, sin numeración y sin registros, debido a las imposiciones del régimen de Franco en materia de prensa. Como la empresa de Buigas (director de Publicaciones TBO) no fue una de las que formaron parte del monopolio editorial de tebeos amparado por el partido único, F.E.T. y de las J.O.N.S., al intentar reanimar su popular TBO se encontró, al igual que las demás editoriales privadas de la época, con dos trabas: la falta de papel y la falta de permisos para publicar periódicamente la revista. 

Autorizado como folleto de aparición irregular en 1941, TBO se publica hasta 1946 sin periodicidad alguna, apareciendo a partir de este año mensualmente. Es en 1949, y según autorización provisional de la Delegación Provincial de Cultura Popular de Barcelona, cuando TBO logra el permiso para aparecer con periodicidad quincenal.
TBO arrancó despacio, sin una periodicidad regular, pero sin apenas competencia. Cuando llegó Jaimito (revista de la Editorial Valenciana), en 1944, aceleró el paso y se mantuvo firme en la periodicidad mensual incrementando secciones. Entre 1945 y 1946 dibujaban en TBO autores como Escobar, que en 1946 pasaron a trabajar para Bruguera, editorial de Pulgarcito. Pulgarcito recuperó una porción del mercado muy rápidamente por esas fechas, y TBO tuvo que competir anegando el quiosco con productos nuevos: las Historias de… en coedición con Bauzá desde septiembre de 1946, los cuadernos sobre castillos, naufragios y tragedias, los especiales Cuaderno extraordinario y los Almanaque humorístico en el final de 1947, lanzamientos que no eran muy distintos de los números ordinarios ya que no contenían mayor foliación ni historietas especiales, pero con ellos duplicó la oferta de los extras al acabar el año.


La pugna entre Editorial Bruguera y Ediciones TBO por la supremacía del mercado se inició hacia la segunda mitad de la década de los cuarenta y se prolongó durante las décadas hasta que fue absorbida por Bruguera en 1983. Las razones del declive de la publicación se encuentran en la falta de criterio y la obstinación inmovilista de su editor en lo relativo a los contenidos para mantener la fidelidad de su público. Esta postura  tuvo dos consecuencias: el desgaste y agotamiento de una fórmula en pocos años (ya que una década más tarde Pulgarcito vendía más que TBO); y segunda, el establecimiento de la palabra “tebeo” como una revista de contenido ligero, infantil, insulso e irrelevante, que con el tiempo contribuyó a la consideración general que se tuvo (y se tiene) de los tebeos y la carga de inconsistencia cultural que se le otorga al medio historieta, aún hoy, al que incluso reputados teóricos del cómic han terminado refiriéndose también como “tebeo” más por cariño añorante que por otra razón.




Estilo:

Ya desde su fundación en 1917, la relevancia de TBO no se basó en la supeditación a modas del momento sino en la recurrencia a contenidos siempre del gusto del público, lo que le confirió solidez. TBO persistió en el mercado con una sola interrupción en la inmediata posguerra, llegando hasta el final del siglo XX en su oferta de materiales originales o reciclados.

Al contrario que su mordaz contraparte de Bruguera, TBO se caracterizaba por su inocencia y el humor simpático. La revista resultaba sencilla, levemente humorística, su contenido acababa por ser monótono sin llegar a ser aburrido. Los temas más tratados en las historietas eran las anécdotas cotidianas con final a veces feliz e infeliz en otras, pero sin llegar a resultar traumático. Las soluciones ingeniosas a problemas cotidianos eran lo más común en los guiones de las historietas, lo que hacía de la revista un divertimento simpático, en el que se planteaba un mundo irreal, ingenuamente utópico, en el que todo parecía tener solución recurriendo a astutos sistemas autárquicos. Aunque la publicación podría ser acusada hoy día de xenófoba y misógina hay que tener en cuenta que en aquel entonces el concepto de lo políticamente correcto era muy distinto al de hoy día, y era bastante habitual que estas publicaciones no ofreciesen una imagen demasiado agraciada de aquellas minorías que estaban marginadas del resto del sistema

Uno de los estereotipos más llamativos incorporados en esta etapa fue el del interés por los nuevos ricos, sobre los cuales versaron muchas historietas y viñetas, siendo el ejemplo más claro de esta tendencia  La família Ulises.
Al contrario que las caóticas sagas familiares de Bruguera (que incluían una cierta crítica a la sociedad de la época y en las que la familia es fuente constante de conflictos), estas historietas ofrecen un retrato amable de la burguesía urbana de la época. Por esta razón, las relaciones entre los miembros de la familia están libres de tensiones, los hijos acatan sin rechistar las órdenes de sus padres, la familia va junta a todas partes y, en el caso de producirse un conflicto entre los personajes, este se debe casi siempre a un malentendido.

TBO mantuvo ese contraste con lo que se ofrecería en la revista de Bruguera, Pulgarcito pocos años más tarde, que estuvo siempre muy pendiente de los parados, los mendigos y los hambrientos. Podría decirse que TBO ofrecía historietas de nuevos ricos mientras que Pulgarcito publicaba las de los “nuevos pobres”, mostrando de este modo las dos caras de la España de Franco: por un lado burguesía acomodada, y por el otro, la otra facción de la población que contaba con menos recursos y apenas sobrevivía.