menu

Flechas y Pelayos


Ya desde los primeros años de la posguerra, las revistas de historietas empiezan a hacer su reaparición, aunque no se puede decir que la contienda supusiera para ellas una interrupción, ya que la mayor parte siguió publicándose, con mayor o menor regularidad, hasta pocos meses antes de finalizar la contienda. Aunque algunas revistas incluían secciones doctrinarias o alusivas al conflicto, en general mantuvieron un tono principalmente recreativo. Por otro lado, hubo revistas como Pelayos o Flecha en el bando franquista y Pionero rojo o Pionerín en el bando republicano, que se incorporaron durante el conflicto con el fin de aleccionar ideológicamente a los más jóvenes.

Flechas y Pelalyos nº 1
La victoria de los nacionales en 1939 suspende temporalmente la publicación de las revistas infantiles que han sobrevivido a la contienda, a excepción de las publicaciones surgidas en la zona franquista en los años precedentes, que gozan de apoyo oficial por estar, de manera más o menos directa, subordinadas a los intereses ideológicos de los vencedores.


Una de estas publicaciones fue Flechas y Pelayos, surgida a partir de la fusión de las dos revistas anteriormente mencionadas en el año 1938.  Al estar vinculada al régimen, esta publicación no sufrió los problemas de carestía de papel y de otros materiales que, en cambio, si padecieron las demás editoriales. Esta revista de portada en color y páginas interiores mayoritariamente en blanco y negro mezclaba historietas relativamente neutras con secciones fuertemente politizadas. El declive de esta publicación se produce paralelamente al declive del falangismo, iniciado con el fin de la Segunda Guerra Mundial, la revista fue perdiendo en calidad y tirada hasta su desaparición en 1949.




El imperialismo de paja:

La frase "Por el imperio hacia dios" estuvo presente en la portada de la revista durante los primeros años de su existencia. Siguiendo la tradición fascista de contar una versión idealizada de un período histórico determinado que se considera que es el momento más álgido de la nación en cuanto a poder y/o extensión se refiere, el Régimen franquista glorificó tanto la época final de la Reconquista como el descubrimiento y posterior conquista de América, períodos en los que, según el régimen, España no solo se reivindica en su papel de firme defensor de la fe católica, sino que además marcan el nacimiento de su vocación imperial. Sin embargo, en la época de esta consigna, España no solo no conserva nada de su imperio, sino que, además, sufre los  devastadores efectos de la reciente contienda fratricida provocada por los autoproclamados vencedores. En este contexto, la evocación del pasado le sirvió al Régimen para distraer a la población de la miseria que les rodeaba.





La Religión:


Los contenidos religiosos siempre fueron una parte esencial de Flechas y Pelayos, y solían ir de la mano con la propaganda del régimen, especialmente en aquellas publicaciones dirigidas a niñas.

A partir de la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, el Régimen inició la llamada "política de blanqueamiento", que consistía en presentar-se al exterior como un gobierno defensor del orden, la fe católica y, sobretodo, anticomunista a más no poder. Esto último le sirvió para ganarse la aceptación de los Estados Unidos, asegurándose así su continuidad.

A la par de estos eventos, los contenidos religiosos y lúdicos fueron reemplazando el contenido doctrinal, ya que la revista necesitaba ser más comercial para competir con la emergente industria privada.








El Diablo es rojo, y no solo de color de piel:

Todo régimen totalitario necesita uno o varios "hombres del saco" a los que pueda culpar de todos los males que sufre el país. En el caso de España, el Régimen  se dedicó a demonizar a los combatientes republicanos o (como preferían llamarles los del yugo y las flechas) los rojos.
Durante la Guerra Civil, tanto Pelayos como Flecha representaron a los soldados de la República como vándalos harapientos y sucios, quienes siempre eran derrotados con facilidad por las tropas franquistas, quienes eran representados como impolutos campeones de la moralidad y la justicia.
Tras la guerra, esta práctica resurgió en la ya unificada Flechas y Pelayos tras el inicio de la invasión alemana de la nacion que la Dictadura consideraba el centro neurálgico del mal, la Unión Soviética. En la revista empezaron a aparecer portadas en apoyo a la División Azul (como la de la imagen) y otras que pretendían dar a entender que el uniforme oficial del Ejército Rojo eran los harapos, esto llegaría a su fin cuando la situación en el frente oriental empezó a empeorar para el Eje y sus aliados en 1943.



Dios, Patria y Caudillo:

Por supuesto, en la propaganda de cualquier régimen autoritario no puede faltar la glorificación de la figura del dictador. El régimen franquista no se quedó atrás en este apartado se dedicó a presentar a su caudillo como el salvador de la nación, que había logrado evitar que esta cayera en las roñosas garras de la masonería y el comunismo. En esta portada de Flechas y Pelayos podemos ver la imagen del rostro de Franco (curiosamente la misma imagen se utilizaba repetidas veces tanto en las revistas como en los carteles) ubicada de forma extraña, ya que en otras portadas de publicaciones del Régimen éste es el elemento principal o  al menos el está más resaltado.
Las variaciones en este tipo de propaganda incluyen la repetición del apellido del dictador tres veces o más, seguido de un "¡Arriba España!" y/o un "¡Viva España!"